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Hong Kong, Asia

Aún recuerdo los nervios antes de empezar este viaje. Era la primera vez que viajaría a Asia e iría sola a una ciudad tan grande de la que no sabía absolutamente nada, pero que a la vez me moría por conocer. Sin embargo, este viaje era solo un pequeño trayecto antes de la verdadera aventura a la que yo me enfrentaba: me iba a estudiar a Taiwán durante 6 meses, pero de esto hablaré más adelante en su debida entrada.

Hong Kong es un archipiélago formado por una península y varias islas y es uno de los lugares más poblados del planeta. Cuando visitas Hong Kong hay varios lugares donde puedes alojarte y que son bastante diferentes entre ellos. Normalmente la gente decide alojarse en la Isla de Hong Kong o en Kowloon. Antes de viajar, todo resulta un poco lioso, porque los lugares principales para visitar están lejos y cada uno en una isla diferente, por lo que, sinceramente, me costó un poco decidir cuál sería la mejor opción. Sin embargo, en mi caso opté por este último, Kowloon, ya que tiene un ambiente más tradicional y es más conocido porque hay muchos mochileros.

Esta vez me decidí por un pequeño hostal de Airbnb llamado Ruby Hostel que se encontraba en una de las calles principales de Kowloon. Era una pequeña casa en uno de esos enormes edificios que tanto caracterizan a Hong Kong, en la que compartía habitación con otras 5 personas, que en este caso eran todo mujeres.

Además de visitar Asia y Hong Kong por primera, vez tuve la enorme suerte de poder visitarlo en la especial ocasión del Año Nuevo chino. Es la festividad tradicional más importante en el calendario chino y también se celebra en otros países en el este de Asia. Las celebraciones comienzan el primer día del primer mes lunar y terminan el día quince. En este período se celebra la mayor migración humana del planeta: «el movimiento de primavera», en el que millones de personas viajan a sus lugar de origen para celebrarlo con la familia.

Templo Wong Tai Sin

Mi primer día en Hong Kong fue muy intenso. Llegué muy temprano en la mañana y después de instalarme en el hostal no sabía muy bien que hacer. Antes de mi viaje había leído mucho sobre los principales lugares que no te puedes perder, ya que yo solo iba a pasar allí 4 días. Sin embargo, me vi tan sola en una ciudad tan grande que no supe por donde empezar.

Normalmente, cuando elijo el hostal donde voy a alojarme, me fijo mucho en las opiniones para encontrar un buen ambiente y conocer gente con la que pasar esos días, ya que me gusta viajar sola pero no precisamente para estar sola, sino para estar en compañía de gente nueva. En cambio, esta vez no tuve esa suerte, de hecho apenas hablé con nadie, iba cada uno a lo suyo, por eso mismo tuve que buscarme la vida fuera del hostal.

Dio la casualidad de que unos chicos que habían volado conmigo se alojaban en el mismo edificio y, al vernos y reconocernos, empezamos a hablar y quedamos para ir juntos al famoso Templo Wong Tai Sin, que nos pillaba más o menos cerca del hostal y pudimos ir dando un paseo. Mi primera impresión andando por las calles de Hong Kong fueron increíblemente buenas. Es uno de estos lugares que te hacen sentir como en casa por muy desconocidos que sean. También era mi primera vez en Asia y en una ciudad tan grande con semejante arquitectura. Esto seguramente ayudó a tener estas buenas sensaciones.

El Templo Wong Tai Sin es uno de los más importantes y conocidos en Hong Kong. Es el hogar del taoísmo, budismo y confucianismo y rinde homenaje al monje Wong Tai Sin al que los fieles honran mediante ofrendas y le piden fortuna. Este templo tiene el atractivo emblema de «conceder todos los deseos que se pidan«.

Una vez que llegamos al templo nos encontramos con una aglomeración de gente, tanto dentro como fuera del templo, esperando para poder verlo. Un poco asombrados, pues sabíamos que era famoso pero no nos esperábamos aquella multitud, nos dispusimos a esperar esa cola interminable sabiendo que merecería la pena, pues ya desde fuera el lugar era impresionante. Efectivamente el templo estaba lleno de gente con ofrendas, rezando y pidiendo sus deseos. Además, este templo se llena de fieles durante la celebración del Año Nuevo chino y es precisamente esto lo que hacía casi imposible moverse de la gente que había.

Una vez que cumplimos la misión de ver el templo por dentro, nos esperaba otra curiosa cola para salir. Las ganas y la emoción de visitarlo se iban quitando poco a poco con el agobio que esto suponía. Sin embargo, fue una experiencia que repetiría sin dudarlo, ya que merece la pena totalmente.

Después de esta visita, deduje que tenía que seguir mi camino sola, ya que estos chicos viajaban juntos y no tenían ninguna intención de hacer nuevas amistades. Por esta razón, empecé con mi plan B que es la maravillosa aplicación de Couchsurfing. En ella encontré que había una quedada esa misma tarde para ver el desfile del Año Nuevo. Sin pensarlo dos veces (o quizás si, ya que yo no soy buena integrándome en grupos grandes) y con la ayuda de Google Maps, me dirigí a la ubicación del evento.

Nada más llegar me encontré con un grupo de unas 20 personas que por lo visto ya habían estado juntos durante el día. Nos dirigimos todos al desfile para coger un buen sitio, ya que las calles estaban abarrotadas de gente. Todos ellos eran encantadores, pero hubo un par de chicos, los dos que aparecen en la foto a mi lado con los que cogí una confianza especial desde el primer minuto. En un par de horas parecían mis amigos de toda la vida y se convirtieron en mis compañeros de aventuras durante toda mi estancia.

El desfile en sí fue un poco decepcionante. No me preguntéis qué me esperaba exactamente para el Año Nuevo chino, pero desde luego más que lo vimos, sí. No era muy diferente a cualquier desfile de carnavales en España y sinceramente con la ciudad tan grande que es Hong Kong me esperaba mucho más, yo y todos. Al menos vivimos la experiencia y podemos decir que hemos estado en un Año Nuevo chino. Una vez acabó, fui a cenar con estos dos chicos, aunque nos costó bastante tanto encontrar un sitio abierto como llegar, porque las calles estaban imposibles.

Buda Tian Tan

El día siguiente fue uno de los días más especiales en Hong Kong, ya que fui a ver el Buda sentado más grande del mundo: Buda Tian Tan, que es una extensión del Monasterio Po Lin que se encuentra en el mismo lugar. Me había informado mucho sobre esta visita, ya que es algo que definitivamente no te puedes perder si vas a Hong Kong, pero no sabía que me iba a impresionar tanto. Este Buda se encuentra en Ngong Ping en Lantau Island y está bastante lejos de donde yo me alojaba en Kowloon. A esta visita fui sola porque los chicos que conocí ya lo habían visitado.

Una vez que conseguí llegar allí tenía que decidir como iba a subir hasta el Monasterio Po Lin donde se encuentra el Buda Tian Tian. Hay varias formas de hacerlo: puedes ir andando (para mí no era un opción, ya que el camino es larguísimo), en autobús o en el teleférico Ngong Ping 360 (es la opción más cara, pero promete unas vistas impresionantes). Tras pensarlo mucho, ya que no quería gastar mucho dinero, decidí subir en el teleférico y bajar en autobús. La cola para el teleférico era como todas las colas en Hong Kong: interminable, pero una vez que cogí el teleférico se me olvido todo el viaje y todo el tiempo que había esperado. Las vistas eran preciosas, ya que durante los 25 minutos de trayecto podías ver el mar, la montaña y la ciudad. Además, cuando estás llegando se ve el Buda desde lejos y es una imagen preciosa que quedará grabada para siempre.

El Gran Buda Tian Tan es una estatua de 34 metros de altura y 250 toneladas formada por 202 piezas de bronce y simboliza la unión del hombre con la naturaleza. Una vez que tienes esta impresionante estatua de frente tendrás que subir 268 escalones para poder llegar a lo más alto.

Una vez allí, te esperan unas vistas que te dejan sin aliento rodeadas de naturaleza pura. Las estatuas que lo rodean son pequeños dioses que simbolizan la inmortalidad y están alabando al Buda Tian Tan.

Después de haber disfrutado del Buda, todavía me quedaba por visitar el Monasterio Po Lin, que es el monasterio budista más importante de todo Hong Kong. El recinto del monasterio comprende el templo, las casas de los monjes, un restaurante vegetariano y algunas tiendas para comprar incienso. En el templo también se encuentran las tres estatuas de Buda que representan el pasado, el presente y el futuro. Este monasterio también me sorprendió bastante, ya no solo por lo bonito que era, sino porque tenía este encanto especial del que a veces hablo que te hace sentir bien y un ambiente de armonía y paz.

Es un lugar para pasar todo el día si quieres. Yo lo disfruté muchísimo y me hubiera quedado más tiempo si no fuera porque empezó a refrescar bastante al caer el sol y todavía me esperaba un largo viaje de vuelta. El Buda y el Monasterio se encuentran en el mismo lugar una vez que subes a lo alto de la montaña. El lugar os prometo que merece la pena totalmente, no importa lo que tardes en llegar o lo que tengas que esperar para subir y bajar. Eso sí, hay mucha gente como en todos los lugares de Hong Kong, que no se si se debió en mi caso a que era Año Nuevo o que siempre hay tantísimos turistas.

Victoria Peak

Victoria Peak es el punto más alto de Hong Kong y es tan conocido por tener las mejores vistas de todo el territorio. Debido a la gran afluencia de turistas se construyó el Peak Tower que se encuentra en la última parada del funicular y es una terraza desde donde tendrás las supuestas mejores vistas. Sin embargo, este lugar a parte de que tienes que pagar entrada, como el resto de lugares turísticos en Hong Kong, está lleno de gente.

¿Que quiero decir con esto? Que no es el mejor lugar ni tiene las mejores vistas solo porque sea donde va todo el mundo. Un lugareño nos había aconsejado ir a otro punto donde no hay nadie y tiene aún mejores vistas. Al principio fuimos solo para probar y, si no era como esperábamos, iríamos como todos los turistas a la terraza. Sin embargo, cuando llegamos nos encontramos con las vistas más impresionantes de todo Hong Kong que se podían tener. Eran incluso mejores que la terraza, ya que estábamos justo enfrente, incluso podíamos verla y aún más altos. Eso sí, tuvimos que escalar un poquito y sentarnos en una piedra, pero no había absolutamente nadie a parte de unos cuantos fotógrafos que dejaban allí las cámaras para grabar el atardecer.

Las fotos, aún impresionantes, no hacen justicia a lo que se veía desde allí. Os prometo que ese lugar te atrapaba, era como un sueño. Es una de las imágenes que se quedarán en mi cabeza para siempre, y nunca encontraré las palabras para describirlo. Y lo mejor de todo era la paz que se respiraba desde allí, sin nadie más molestándote y con la compañía que tú quieras tener. Para que veáis que a veces los mejores lugares no son los más famosos y no tienen precio.

Os voy a dejar el lugar en Maps desde donde lo vi yo, que de verdad recomiendo totalmente. Además, es gratuito, ya que es un paseo al aire libre; te librarás de todo ese mogollón de gente insoportable y podrás disfrutar de las mejores vistas de Hong Kong. También podéis poner directamente estas coordenadas en Google Maps: 22°16’40.9″N 114°08’48.6″E.

El resto de mi estancia lo pasé con los chicos de Couchsurfing e hicimos algunos planes. como una visita guiada que encontramos también a través de Couchsurfing, que era gratuita (aunque al final suelen darte la opción de colaborar con dinero) y que, la verdad, fue super interesante. La visita fue por la Isla de Hong Kong, y nos llevaron a ver sus rincones más curiosos donde nos explicaron todas sus historias. También estuvimos un día cenando con la familia de Couchsurfing donde se quedaban estos chicos, que fue super agradable, y nos invitó a una cena deliciosa. Además, una noche decidimos salir por la Isla de Hong Kong para ver el ambiente y la verdad que había bastante. No llegamos a pasar a la discoteca, pero nos lo pasamos muy bien de bares con unas chicas de allí que habíamos conocido también por Couchsurfing.

Y esta fue mi corta pero intensa visita a Hong Kong, un lugar del que solo tengo buenos recuerdos y sin duda también una de las experiencias más bonitas, ya que era mi primera vez en Asia y tuve esa suerte que no siempre se tiene de conocer a gente genial que hacen de tu estancia una experiencia maravillosa y que cuando te despides con un: nos vemos por el mundo, se cumple. Uno de ellos vino a visitarme a Taiwán unos meses después y con el otro todavía espero encontrarme el día menos pensado en una de nuestras aventuras por el mundo.

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